Esta segunda revolución industrial (la cibernética) permite al hombre multiplicar su capacidad mental, al igual que la primera revolución industrial permitió multiplicar el aprovechamiento de su fuerza. Actualmente la transmisión de información es cada vez mayor y se realiza en menor cantidad de tiempo y de espacio, gracias a las nuevas tecnologías; la electrónica y la informática.
Pero todo esto tiene un coste ya que amenaza la persistencia de la transmisión cultural de forma impresa o de forma oral, que humanizaban este intercambio. Teniendo en cuenta todo este cambio producido por las nuevas tecnologías hay que aprovecharlo para la educación haciendo que esta no quede atrás; replanteándose la organización de las actividades educativas de manera prudente. Utilizando para ello una visión global de la evaluación de la tecnología, creando una opinión crítica de las ventajas y los inconvenientes de estas tecnologías.
La introducción de las NTIC en la sociedad hace que se requiera un nuevo tipo de alumno; un alumno implicado, preparado para su autoaprendizaje y que su función no sea la mera reproducción de conocimientos ni receptor de informaciones. Este nuevo alumno requiere unas condiciones escolares que no siempre se dan, por lo que la escuela se queda retardada en cuanto a los cambios:
- Lo antiguo se niega a desaparecer.
- Las escuelas no disponen de recursos.
- El profesorado no conoce ni domina estas nuevas tecnologías.
Una vez realizado un breve resumen del artículo de Florentino Blázquez creo que es cierto que no podemos privar a nuestros futuros alumnos de todos estos conocimientos nuevos, ya que ellos serán trabajadores del mañana y necesitarán estar a la altura de la sociedad que tan rápido está evolucionando. Por todo esto los docentes debemos estar siempre al día siendo críticos con todo lo que la sociedad impone, eligiendo y discriminando contenidos. Pero sin duda alguna lo más importante de todo es que nuestros alumnos aprendan en cada una de las clases, sea con tecnologías o con lápiz y papel.
Es cierto que no debemos privar a los alumnos de estos avances, pero no me gusta el hecho de reafirmar las diferencias, me refiero a que con esta aplicación de las tecnologías a la educación no sólo se notarán las diferencias con otros países menos desarrollados, sino que las diferencias serán en base al centro al cual asistan los chicos. En esta vida “el que tiene padrino se comulga” pero no lo llevemos también a la educación, porque ¿qué sucederá con la educación de los alumnos de centros sin muchos recursos económicos? Si ahora mismo tiene dificultades para estar al nivel de otros, no me quiero ni imaginar dentro de unos años cuando las nuevas tecnologías abarroten la educación y los centros.
Quizás yo sea algo tradicional, pero me gusta el contacto cercano y humano de la educación, pero nunca negare a mis alumnos el aprendizaje a través de los recursos más valiosos para su educación.
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